Voy a buscar un amigo, tenemos que vernos por un negocio. Él trabaja en un banco, es un edificio nuevo y moderno, de los que han invadido, sin misericordia, Lima. En la recepción pregunto por él, me piden mi DNI, me dan un pase y me informan que suba hasta el piso 25, esa es su oficina. Busco un ascensor, entro con las justas a él, ya la puerta casi se cerraba. Somos 8 personas dentro, en la subida se van bajando algunos en los distintos pisos. Cuando solo faltan 3 pisos para llegar mi destino el ascensor se detiene de una manera brusca, queda a oscuras, contengo la respiración, siento miedo, trato de calmarme. Ahora somos 4. Escucho la voz de uno de ellos: -Calma, debe ser algo momentáneo. -Seguramente, estás cosas suelen suceder, digo yo sin creerme ni media palabra. Pasan varios minutos ya y no hay señales de que el ascensor vuelva a funcionar, la tensión aumenta, una chica sugiere que llamemos a los bomberos, una señora dice que no seamos tan desesperados. Sacamos nuestros celulares pero no hay señal dentro. Maldigo. -Seria bueno que nos presentemos, sugiere la misma anónima voz que pidió calma. Todos guardamos silencio, nadie se anima, yo pienso que es el último lugar para socializar. -Soy Claudia, trabajo acá en el banco, soy sectorista. -Yo soy Sara, vine a dejar unos encargos que mi jefa se olvidó. -Pues yo soy Manuel, Manolo para los amigos, trabajo en una aseguradora. Es mi turno, no sé qué decir, tengo deseos de mentir. -Soy Jimmy, vine a buscar un amigo y me quedé  atrapado igual que ustedes. 

Decido sentarme, ya ha pasado cerca de una hora y estoy cansado, casi al instante todos hacen lo mismo, Claudia dice que quiere fumar, yo secundo su deseo, Manuel dice que él no fuma y que ese es un lugar público, por lo tanto está prohibido, le preguntamos a Sara, ella dice que le da igual, que a su edad nada le hace daño. Decidimos que es mayoría , Claudia saca una cajetilla, me invita uno, siento que ese cigarrillo me calma la ansiedad, Manuel no deja de quejarse. Sigue transcurriendo el tiempo, ahora hace calor, me saco la chaqueta, Manuel hace lo mismo y bebe agua de una botella hasta terminarla. Claudia se echa aire con unos papeles, Sara se ha quedado dormida y empieza a roncar, es un sonido tétrico, como si se ahogara, luego habla dormida: “No señora, le juro que no es mi culpa” , “como no te mueres vieja maldita”, “ahora vas a saber lo que es bueno” “amargada” . No podemos evitar reírnos de buena gana e interrogarnos a quién se referirá. Claudia nos dice que tiene ganas de orinar. No sabemos qué hacer, el espacio es reducido, le digo que se aguante, que ya nos sacaran, me dice que no puede aguantar mucho, que se mea y ya. Suena realmente desesperada. Cojo la botella vacía de Manuel y se la alcanzo: -Prueba tu puntería. -Siempre fui mala con el tiro al blanco. No nos pide que nos volteemos, se baja el pantalón y la ropa interior con total naturalidad, pone la botella debajo de su vagina y suelta la orina, a pesar de la falta de luz se puede distinguir claramente. Veo que no derramo nada: -Felicitaciones, veo que mejoraste la puntería. -No podía defraudar a mi publico. -Que cochinos, tercia Manuel. Sara despierta, pregunta por ese olor tan fuerte , Claudia se ríe: -Soy yo que he meado mientras usted hablaba dormida. -¿Hable dormida? Ay dios, qué cosas habré dicho. Manuel le recuerda algunas frases, Sara se disculpa, Claudia le pregunta a quién se refería. -A nadie -Ya pues Sara, yo no soy cojuda, cuéntanos. -¿Cómo se le ocurre? De pronto Claudia propone algo: Contemos todos un secreto, uno que en verdad lo sea, que sólo quede acá, dentro de este ascensor. Manuel guarda silencio, Sara acepta divertida, yo me resigno. Claudia es la primera en animarse: Tengo una hija de 6 años, se llama Sofía y un novio al cual detesto, solamente estoy con el porque sé que va heredar un buen dinero de parte de su padre, lo detesto tanto que lo engaño con su propio hermano, la sola idea de cagarlo y joderlo me agrada demasiado como para dejarlo. -¿Por qué lo detestas tanto? pregunta Manuel. Es el ser mas antipático del mundo y encima tiene una horrible costumbre: Comerse tres cebollas enteras todos los días, las pela y se las come sin mas, como si fueran manzanas, todo el día huele a cebolla, su aliento es asqueroso, por él odio las cebollas, por su dinero es que voy a casarme con él: Tomar ese dinero que va heredar y asegurar el futuro de mi hija ,no quiero que Sofía tenga que soportar un malnacido que apeste a cebolla todo el día. Nos quedamos pensando, trato de no imaginar a su novio tragándose las cebollas, siento que ahora también las odio yo, juro no probar ni mas una cebolla. -Bueno es mi turno, dice Manuel. Hace 10 años trabajaba en una fabrica de cocinas, en el turno de noche, tenia un compañero muy divertido, el trabajaba en otra sección, pero todas las noches venia donde yo estaba y conversábamos sobre varias cosas. Un día vino muy enojado, me dijo que yo lo había acusado con los jefes, que les había dicho que él dejaba su puesto y se venia al mío a vagar, a dormir, le dije que era mentira, porque en verdad yo nunca lo acusé. Él no me creyó, me dijo que era un hipócrita y me empujó, me insultó, luego me escupió a la cara , no soporté mas y lo empuje, él se tropezó con unas cajas que habían detrás y se golpeó la cabeza, pensé que bromeaba, luego vi que se había desmayado de verdad, no supe qué hacer, intenté reanimarlo, luego noté que no respiraba, que había muerto, me asuste mucho, lo cargué y dejé en su sección, luego volví a la mía y no dije nada. Al día siguiente en la mañana llegó su reemplazo y lo encontró ahí tirado, se alarmó, llamó a seguridad, llegó la policía, nadie había visto nada, concluyeron que había sido un accidente, que quizás resbaló o se quedo medio dormido. Recuerdo que acudí a su velorio, que luego de eso nos redujeron las horas de trabajo. Nunca nadie supo que yo lo mate. Ninguno de nosotros se sorprende, pero tampoco duda de la veracidad de su relato. Ahora es Sara quien empieza a hablar: Trabajo de asistenta en casa de una señora, usted la debe conocer señorita Claudia, es doña Graciela, es gerente de recursos humanos, el asunto es que es una persona muy mala, nunca me paga mi sueldo completo, no me da permiso para salir los domingos, siempre me está gritando e incluso me acusa de que le robo sus cosas, la vieran a la vieja: todos los fines de semana se emborracha y empieza gritar ¡Rubén! ¡Rubén! Como una loca, no sé quién es el maldito Rubén pero ella se pone mal por ese tipo, luego me llama y me pide que le diga que es bonita , que ella no se merece ser abandonada, yo se lo digo nomás para que no me joda. Luego ya se queda dormida en cualquier lugar de la casa, pero yo me vengo todos los días: le cocino y en las noches cuando va cenar escupo su plato, trato de escupir lo mas fuerte que puede, incluso una vez mezcle una cucaracha en su comida, como la vieja estaba tan borracha ni cuenta se dio. Ahora estoy averiguando con que la puedo envenenar de a pocos, sin que lo note, quiero que sufra primero. -Es tu turno, me arrincona Claudia. En mi familia todos creen que trabajo, pero eso es mentira, no trabajo, me dedico a robarle a la gente que retira dinero del banco, justamente por eso estaca acá, había venido a ver a mi contacto, por si no lo saben trabajo con alguien directamente del banco, cuando un cliente va hacer un retiro fuerte de dinero, él me manda un mensaje en clave al teléfono, luego intercepto a la victima, le pongo una pistola en la cara, se mea del miedo, me da todo su dinero, lo amenazo con matarlo si me denuncia. Espero unos días que se calme el asunto y le doy a mi contacto la parte que le corresponde, justo a eso venia ahora, a confirmar un dato. Siento que me miran con curiosidad, Sara me pregunta si es que no quiero asaltar a su jefa, Claudia me propone secuestrar a su novio y compartir el rescate, Manuel me dice si es que necesito un socio que me lave el dinero. Agradezco tantas muestras de cariño y digo que no, que por ahora todo está bien. De pronto se encienden las luces, el ascensor empieza a moverse, llegamos al primer piso, abajo nos espera personal de seguridad del banco, nos preguntan si estamos bien, decimos que si , Claudia le da la botella que meó a uno de ellos: “Toma , de recuerdo” y se va, lo mismo hacemos los demás: Nos vamos sin decirnos nada , sin despedirnos, sabemos que nunca olvidaremos este día , que todos tenemos un nuevo cómplice de nuestros secretos.

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Ciego amor

Realidad